viernes, 27 de enero de 2017

El caminar despacio

Con sólo pensar en el mundo en el que vivimos, nos hacemos más pesados, los pies casi empiezan a ser arrastrados por la cantidad masiva de información que entra a nuestros ojos y acapara la mente. Creemos estar preparados para vivir aceleradamente, para correr por doquier aunque tengamos la cabeza en otro lugar. No nos hemos dado cuenta que nuestras almas no caminan al mismo paso, que nuestros corazones se quedan atrás en la plaza a observar el corre, corre del mundo mientras nuestros cuerpos marchan sin percatarse de nada. ¿Alguna vez hemos pensado en detenernos?, ¿a saborear el ruido del mundo mientras le bajamos el volumen al nuestro, para posicionarnos como observadores, para ver los cambios y apreciarlos?, porque mientras más rápido andemos, más detalles nos perdemos de nuestras propias vidas.
Foto de Mary Sinnot
En los comienzos de la vida, en nuestra infancia más tierna, vivíamos presentes en el momento y explotando nuestra creatividad; sin embargo, cuando el mundo de hoy nos lleva a trabajar para ganarnos el pan de cada día, todo se precipita sin darnos cuenta. Nos encontramos de pronto andando  por las calles, evadiendo los obstáculos humanos o no humanos; niños, ancianos, o aquellos que quizás necesitan ayuda. Todo desaparece en un abrir y cerrar de ojos, y es remplazado muchas veces por revisar el correo electrónico, quizás Facebook, o algún Twitter. Substituimos el silencio por las prisas o las redes sociales.
Pero las redes sociales no son más que herramientas de ayuda, con las que logramos conectarnos de una forma en la que muchos ni soñamos podríamos hacerlo; el punto es que en el mundo de hoy, nos dejamos llevar por el exceso de información de los medios, pues es una necesidad inherente al ser humano el mantenerse enchufado y llenar cada uno de los rincones del día a día. Todos necesitan de nosotros, la familia, los amigos, el jefe, y hasta nuestra civilización; siempre respondiendo correos, incluso si se está de vacaciones, y en la noche, antes de acostarnos, ¿qué es lo último que hacemos?, probablemente revisar todo nuevamente, en caso se nos haya pasado cierta noticia o el último acontecimiento de la vida de un amigo. Pero qué tal si no nos sentimos arrastrados por las redes, si sólo revisamos nuestro correo una vez al día o al mes, o si Facebook nos parece una pérdida de tiempo…, esto no nos convierte instantáneamente en un observador, no nos lleva en brazos a un sitial por encima de otros o viceversa. La perspectiva que tengamos del mundo es aquí esencial, ya que de nada vale ubicarse en los extremos, desentenderse de la sociedad o vivir escuchando, sin descanso, aquello que todos tienen que decir; es lógico pensar que un nivel medio sería lo más indicado: vivir y disfrutar, sin interrupciones, el momento vivido; pero como dije con anterioridad, la perspectiva es esencial; veámoslo con un ejemplo: dos personas se encuentran en una playa, una ve el brillo del día y la arena blanca bajo los pies, siente la aspereza de la arena húmeda alizar la porosidad de sus dedos al mismo tiempo que el agua azul la remueve con las olas; la otra persona, en cambio, se queja que la arena le molesta, que le puyan los dedos que el sol le perfora los ojos, y que el agua, después de todo, no es tan azul como él o ella se lo imaginaba, ¿Nos parece familiar?, cuántas veces nos hemos visto reflejados en estas palabras, ¿quién creemos disfrutará más del momento que se ofrece? La solución es más sencilla de lo que imaginamos, lo único que necesitamos es detenernos un instante dentro del movimiento del día; sentarnos en esa plaza a mirar pasar el mundo y saborear el rumbo de la propia vida para que nuestra alma la alcance y puedan, finalmente, fusionarse.
Para esto no se necesita hacer mucho, lo que propongo es lo siguiente: Antes de dormir, haz el esfuerzo de no encender las pantallas de tus electrónicos, deja que tu mente descanse del ajetreo del mundo y entre en estado de relajación; lo mismo en la mañana, no saltes de la cama apenas suene el despertador y mires tu teléfono para ver cómo amaneció el mundo, el mundo no se va a ir, seguirá allí cuando te despereces y decidas finalmente levantarte. En algún momento durante el día, durante el ir y venir de la oficina o la casa, tómate un momento, unos minutos es suficiente, inclusive en el baño; pero intenta no sacar el celular, lávate la cara y piensa en tu día, en todo aquello que has observado y aquello de lo que estás agradecido o agradecida; esto también puedes hacerlo en el tráfico de la hora pico, cuando llevas una hora de retraso y las cornetas empiezan a aturdirte, guarda silencio un instante y mira el movimiento, los colores que se filtran por tu ventana y que viven fuera de ella, las sensaciones que provocan, los rostros de las personas que pasan a tu lado (especialmente aquellos que sonríen),  piensa en lo que se siente al estar vivo. Pronto verás que con estos pocos momentos, y cuantos más quieras agregar, se comenzará a moldear tu percepción del mundo y a hacerlo un sitio digno de ser observado y degustado con mucha más atención.

Recuerda que, como observador, puedes detenerte y respirar a tus anchas; así tus pies se harán más ligeros y podrás elevarte por sobre las demandas de la sociedad.

viernes, 20 de enero de 2017

La gratitud es fuego y agua

La gratitud es una de las manifestaciones más grandes, es una de las herramientas que nos brinda el ánimo necesario para seguir adelante en un camino que muchas veces se presenta desconocido. Mientras vivimos nuestras vidas en un ajetreo eterno entre el ir y venir, la gratitud puede ayudarnos a mantener el contacto directo con ese mundo que muchos ven lejano, el mundo del optimismo.
Volo, cuadro de Stephanie Dalton Cowan
Para dar un paso hacia el optimismo hay varias técnicas: meditación, oración, desarrollar la compasión y descubrir el amor incondicional; sin embargo, para todo esto se darán cuenta que el primer paso es amarse a uno mismo. Es importante aclarar que el amarse a uno mismo no es material de narcisistas, que no es otra cosa que una persona centrada en sí misma y que se piensa mejor que todos sin mirar a los demás; el amor internalizado es aprender a valorar nuestras virtudes y a educarse en nuestros propios defectos, entenderlos y agradecerlos. En una de mis reflexiones anteriores, La revolución está en tus manos, hablaba de la importancia de construir nuestras vidas desde dentro, de revolucionar nuestro mundo interno para lograr el cambio; el amarse incondicionalmente es el punto de partida de ese cambio, y el agradecimiento la chispa que iniciaría los primeros fuegos.
Aunque sea fácil de decir, para muchos no es fácil actuar, ya sea por baja autoestima o por específicas circunstancias que los rodeen. La baja autoestima es uno de los obstáculos más comunes, que muchas veces se desarrolla a través de traumas o abusos, y hasta que no los enfrentemos son bastante difíciles de erradicar. El stress es otro de los factores que frena en seco al optimismo, ese miedo que nos dice que todo lo malo puede suceder y que no hay salida para algo mejor; el punto es que la salida está, pero vamos tan segados en la vida por el temor a enfrentarla, que la resolución parece imposible de lograr. Si recordamos que el cambio es una ley irrefutable de la naturaleza y que nada en este universo permanece estático, quizás comprenderíamos que al optimismo podríamos convertirlo en una de esas leyes irrefutables.
En los últimos años, una de las técnicas que me ha ayudado para desarrollar la gratitud y el optimismo son las afirmaciones. Muchos piensan que las afirmaciones son cuentos de vieja, que decirnos frente al espejo lo valiosos que somos es cosa de esoterismos y conjuros, pero la realidad es diferente; la realidad es que por cada afirmación que nos decimos, elevamos nuestra gratitud y comenzamos a ver el mundo desde otra perspectiva, es una especie de reprogramación, en el que nuestro cerebro se comienza a acostumbrar que lo que nos decimos cada día es la verdad y nada más que la verdad. Y lo es. El cuerpo humano se caracteriza, como todo elemento vivo, por la rutina; él está entrenado para moverse, para responder a ciertos movimientos, para descubrir patrones en el día a día que le ayude a hacer todo de forma más eficiente, y, aunque sea difícil de creer, las afirmaciones entran sin dificultad en la misma categoría. Si en un año decidimos no levantarnos de la cama, al final del mismo descubriríamos que nuestras piernas se han entumecido hasta tal punto que han olvidado cómo dar un paso después de otro; lo único que nos quedaría sería practicar como un niño que está aprendiendo, y recordarle a nuestras piernas cómo se siente el saber caminar. Si cada mañana te repites las afirmaciones que más resuenen contigo, el efecto sería el mismo; no obstante, debo decir que hay un truco; si en tu cabeza existe la duda, el pensamiento de que estás perdiendo el tiempo, inevitablemente, lo perderás, pues en ese momento te habrás convertido tú mismo en tu más grande obstáculo. Siguiendo el ejemplo anterior, fácilmente creerás que tus piernas pueden caminar, pues ya lo has hecho y lo vez con tus propios ojos cada día; a diferencia de esto, creer en las afirmaciones amerita un salto de fe, pues los resultados no son tan tangibles como tus piernas, son acciones generales que cambiarían para mejor el rumbo absoluto de tu vida. Date un chance, permítete visualizar los resultados.
Lo que te recomiendo es que empieces con una frase simple que te haga sentir bien y energizado. Deja que tu corazón la deguste y que tu mente la acepte sin remordimientos y sin juicios. Repítela cada vez que quieras y por tantos días como te sea posible, no hay reglas para esto; puedes hacerlo en voz alta o decirlo internamente, puedes estar solo o acompañado, trabajando, cocinando o descansando. El hecho de decirlo y sentirlo, traerá a tu vida un bienestar inolvidable.
A continuación te dejo con unas afirmaciones, algunas son escritas por mí, otras por la escritora Louise Hay.
  • Acepto los cambios, pues ellos traen amor y comprensión.
  • El temor se desvanece y sólo queda la confianza en mí mismo.
  • Mis limitaciones son mis maestros. Las acepto y las respeto.
  • Gracias por ser quien soy.
  • Soy el creador de mi propio mundo y mi propia realidad.
  • Los cambios son necesarios, al igual que el optimismo.
  • La gratitud y el amor son los comienzos de mi propio éxito.
  • El universo me proporciona lo que necesito para mi felicidad.
  • La armonía y el equilibrio están dentro de mí.
  • Merezco amor y lo recibo con los brazos abiertos.
  • Doy lo mejor de mí en cada acción y decisión que tomo.
  • Mi corazón está abierto a través del amor (por Louise Hay).
  • Todo está bien. Todo pertenece a un cambio positivo (por Louise Hay).
  • Cada experiencia me enseña a crecer (por Louise Hay).
  • Todo lo que necesito saber me es revelado. Mi intuición es mi aliada (por Louise Hay).
  • Hoy es el futuro que creé el día de ayer (por Louise Hay).
  • Soy un canal abierto para la creatividad y el amor (por Louise Hay).
  • Hoy me perdono y me libero (por Louise Hay).

Espero que estas afirmaciones sean de tu agrado, aunque puedes, definitivamente, personalizarlas de acuerdo a lo que tu corazón desee.
La gratitud es un elemento de fuego y agua, pues te quema las entrañas y a la vez te sana las heridas, ya que en ellas comienzas a ver tu propio propósito. Deja que las afirmaciones comiencen a labrar el camino hacia el amor propio, y que de allí el optimismo de rienda suelta al agradecimiento de nuestra vida en el aquí y el ahora. No te de miedo mirarte a los ojos y agradecer que eres quien eres.

viernes, 13 de enero de 2017

Conquistar y entender los miedos.

Conquistar no es lo mismo que desterrar. Muchas veces pensamos que tenemos que hacer desaparecer todo lo malo por que interfiere con nuestras vidas, ya que no nos damos cuenta que estos pequeños diablillos nos están ayudando a encontrar un camino hacia aquello que consideramos felicidad.
Foto de Monica Lazar 
Si estás en una relación que consideras fallida, en la que te sientes atrapada o atrapado sin poder tomar una decisión, ese sentimiento te está mostrando lo que no quieres, lo que necesitas cambiar para poder volver a sonreír con libertad. El universo te está mostrando lo que tu corazón desea, de ti depende dar el paso necesario para hacer de ese camino una realidad. Pero es ese proceso de liberación lo que se puede tornar complicado, ese momento especial en el que cambiamos la marea de los miedos para mirarlos a la cara y enfrentarlos.
Desde que tenemos uso de razón el miedo está presente, cuando nos caemos mientras aprendemos a caminar, cuando nuestra primera travesura nos lleva al primer castigo; muchos pueden verlo como un virus terrible, algo extraño que la sociedad ha construido para manejarnos, una técnica de sumisión para controlar la mente humana, como los miedos que implantan ciertos gobiernos para mantenernos paralizados. Todo es posible, y muchas veces puede que sea de esa manera, pero si reconocemos los temores desde sus nacimientos perderían su gran poder sobre nosotros; sin embargo, también debemos entender que, sin esa cara de la moneda, jamás podríamos entender la otra que no hemos visto. No importa lo que tengamos de frente, que todo lo que deseemos en este mundo nos sea dado en un abrir y cerrar de ojos; no importa porque perdería el peso de su belleza, y la inmensidad del horizonte se vería mellada por un no se qué de desdén que haría todo menos maravilloso. Todo miedo está en nuestras manos, y no nosotros en la de ellos; de nosotros depende darle la batuta de nuestras vidas o llevar nosotros ese fuego interno que encenderá la antorcha de nuestra alma.
¡Qué suerte tenemos de estar aquí y ahora en este tiempo de cambios!, pues en vez de darle un cuerpo a los problemas, podríamos darle un cuerpo a algo mucho mejor. Cómo se transformaría la vida si viésemos cada día como una oportunidad y no como un lastre que se repite; un día es irrepetible a los otros, y los miedos de ayer no son a los miedos de hoy, al igual que las soluciones. Todo es válido, si tienes un dolor inmenso en tu corazón, reconócelo, pues la ignorancia del mismo no lo va a hacer desaparecer, más bien, contrariamente, lo va a hacer crecer hasta que comience a engullirte los pies para llamar tu atención; primero en tus pesadillas, luego cuando camines despierto y comiences entonces a tropezar cuando en realidad, lo que quieres es caminar derecho.
Pero, ¿qué pasaría si nos sentásemos a hablar con nuestros miedos?, ¿qué nos dirían, cómo se defenderían? ¿Qué pasaría si pudiésemos convencerlos que hay una posibilidad de salida?, ¿qué pasaría si en ese rincón nos entendemos mutuamente y aprendiésemos a vivir en comunión constante de enseñanza y aprendizaje? Ustedes miedos, nos muestran las debilidades que no vemos, y nosotros trabajamos con nuestros corazones para arreglarlas. Todo quedaría en familia, todo quedaría entre nuestros cuerpos y nuestras almas, entre nuestros miedos y nuestros corazones.
Así que cuando pienses en conquistarlos, piensa también en entenderlos; en ver qué te hace sentir tan mal y, sobre todo, en si puedes empezar a ver ese sentimiento con calma, detenerte un momento y entender lo que el mundo y tu corazón te dicen. Escucha a tu alrededor el dolor o la felicidad que sientes, entiende por qué están presentes en tu vida y por qué te siguen tan incansables por donde caminas. Mírales a la cara, a los ojos y reconóceles, pues puede que veas cosas valiosas en el dolor que de otra manera no verías; aduéñate de ese dolor, hazlo tuyo y después libéralo de su propia tristeza, verás que tu corazón comienza a sentirse más ligero y a volar gracias a una forma más aerodinámica de existencia.

viernes, 6 de enero de 2017

El arte de meditar y no frustrarse en el intento

Hoy, en el transcurso de nuestras vidas todo parece dicho, todo parece sacado de las enciclopedias del mundo para distraernos, para hacernos sentir impotentes y descabellados. Hoy; sin embargo, hay otras cosas que también responden, cosas más pequeñas y sencillas que se adhieren al ama y que van más allá de las reglas que la sociedad construye. Pocas veces escuchamos preguntas como: ¿tú meditas?, y es como una pregunta infiltrada que mencionamos por debajo de la mesa como si fuese un tabú, como si preguntásemos a qué religión perteneces o a qué grupo político.

Foto tomada del sitio web http://pilates-yoga.es/la-meditacion-fortalece-cerebro/

La meditación va más allá de las esferas de lo establecido, es un vehículo de reflexión que nos ayuda a conocernos a nosotros mismos y a querernos con nuestras limitaciones y virtudes, a amarnos más allá de lo que la sociedad pueda transmitirnos. Este vehículo representa el silencio, representa la grandeza de lo que podemos lograr con sólo cinco minutos de cerrar los ojos y escuchar el universo, que debo decir, no es tan difícil de escuchar; y aclarar que escuchar al universo no es una frase sacada de la ciencia ficción, o de una película sobre lo sobrenatural, es algo tan simple como mirar las estrellas sin que nos invadan los pensamientos sobre nuestro día a día en el trabajo. Uno de los grandes mitos que giran en torno a esto, es el hecho de pensar que está diseñado para aquellos que viven en las nubes, que quizás tienen mucho tiempo libre para sentarse a contemplar el mundo, pero les aseguro, mientras más ocupados estemos en nuestras vidas diarias, más necesidad tendremos de la meditación, pues en estos tiempos de tantas tecnologías y distracciones, el arte de meditar se ha convertido en parte casi fundamental para conectarnos con nosotros mismos y con nuestros sentimientos.
No es lo mismo sentarnos en nuestras camas y pensar mil cosas por las que estar enojados, qué nos hizo esa persona, o qué nos dijo esa otra. La meditación radica en callar los sentidos, calmar la mente y tranquilizar el espíritu. Muchos dirán que no son Buda y, desde mi punto de vista, eso es lo maravilloso, QUE SOMOS NOSOTROS MISMOS Y NO OTROS, que deberíamos vernos en el espejo y sonreímos sin miedos ni reproches, o sin pensar que hacemos mal porque no sabemos si esta técnica es parte de una religión que no es la nuestra; pero esto no es cuestión de religión, el adentrarse en uno mismo no tiene religión ni reglas, no tiene partidos políticos ni partidarios particulares; sólo te tienes a ti, a tu consciencia que escucha a tu corazón con toda la atención que puede.
Personalmente, cuando empecé estos viajes meditativos no estaba segura si iba a lograrlo o iba a ser como esas tantas cosas que solía dejar empezadas, pero que no terminaba por miedo a no hacerlo nunca. ¿Suena patético?, pero así era, me paralizaban las posibilidades. De la misma forma, muchas veces comencé a intentar meditar y entrar en un estado de silencio, pero mi mente parecía estar enchufada con todo el mundo al mismo tiempo, recibiendo todos los mensajes que repasaba una y otra vez hasta que me cansaba de llamar a un estado de tranquilidad que, al final, creía era sólo para unos pocos elegidos. Pues en algún momento tuve la epifanía de que todos somos elegidos, pues todos estamos aquí y ahora, viviendo estos momentos de tranquilidad para unos, de guerra y hambre para otros; pero aquí, compartiendo el mismo suelo, el mismo aire, el mismo sol y la misma energía que nos  mueve a todos y cada uno, desde el rey hasta el mendigo; y si hay alguna diferencia, es porque las reglas han sido establecidas por una sociedad humana  que se deja llevar muy fácilmente por las pasiones más básicas. Ese pensamiento, fue lo que me llevó a intentarlo desde otra perspectiva, de hacerlo con el simple deseo de cerrar los ojos y dejar de escuchar el ruido intenso que me rodeaba todo el día; ese silencio, me cautivó desde el primer momento, porque creo que en el silencio creamos nuevos mundos, el nuestro, y si cada uno de nuestros mundos individuales cambia un poco para mejor, ¿se imaginan lo que cambiaría el mundo colectivo?
Lo primero que tenemos que hacer es borrar la convicción de que no podemos, pues la meditación es tan simple como respirar una bocanada de aire nuevo, el filtro de purificación irá llegando con el tiempo, iremos dejando atrás las preocupaciones, la lista de compras, o cómo conseguir la comida del siguiente día. Por un momento seremos libres de las rabias y los odios empedernidos, de las luchas incesantes de clases, o de la pobreza en la que vemos a nuestros hijos; pues la meditación no es un método para los privilegiados, es un método que alimenta el espíritu común del ser humano. Si es difícil al comienzo, no te preocupes, la cuestión es entrenar a la mente así como entrenaste a tus manos para que aprendieran a escribir. Tomará tiempo, pero valdrá la pena.
En el internet pueden encontrar un sinfín de técnicas de meditación, algunas simples, y otras que pueden parecerlo no tanto y que además podrían espantar a otros por las perspectivas religiosas que puedan ofrecer; yo por mi parte, me quiero alejar de esas perspectivas para que todos y cada uno (desde la ama de casa al estudiante, desde el empresario hasta el obrero) puedan gozar de los beneficios de una mente clara y enfocada. Una de las explicaciones que ofrece la página web How to Meditate (Cómo meditar)  http://www.how-to-meditate.org/, y que me ha gustado mucho, es que la meditación funciona como la llegada de la calma a un océano revuelto. Al comienzo vamos sólo a ver la arena llenarlo todo, quizás escombros o animales de todo tipo y tamaños; pero con el tiempo y la calma todo se asienta, y el agua se va haciendo poco a poco más clara y pura.
Hasta ahora he hablado de los beneficios de la meditación, en lograr escucharse a sí mismo y no lo que los otros dicen; a continuación, me gustaría ofrecerles algunas técnicas para empezar desde cero. Meditar con la respiración es, yo diría, la mejor meditación para aquellos que están empezando; ¿qué se necesita?, pues sugiero lo siguiente:
  • Siéntate de forma cómoda, preferiblemente en una silla para que no te duermas y con la espalda derecha para evitar cansancio e incomodidad. Lo mejor es que tus pies estén conectados al suelo y las palmas de tus manos de cara al cielo sobre tus piernas, esto hará que la circulación de tu sangre y tu energía fluyan sin problemas. Todo es para evitar las incomodidades, pero no es una regla; busca, sin compromisos, la posición más cómoda para ti.
  • Usa ropa cómoda y suelta. La meditación puedes hacerla justo antes de acostarte y cuando ya estés usando tu ropa de dormir.
  • Evita las distracciones externas, es decir, televisores, teléfonos o tablets. Apaga todo o siléncialos para que no te molesten. Procura igualmente que nadie te interrumpa.
  • Si quieres usar música relajante, ¿por qué no?, hazlo con un tipo de música suave que no te moleste y que sientas te llama a la relajación.
  • Cierra los ojos, y aunque esto tampoco es una regla, es bueno hacerlo al comienzo, así evitarás distraer la mente.
  • Respira con normalidad, trata de que la postura que has elegido no interfiera con la respiración, por ejemplo, si estás acostado, el uso de una almohada puede que dificulte la salida de aire libre por las fosas nasales. La respiración es el mejor punto de la meditación, pues en ella nos vamos a enfocar para atraer esa calma de la que hablaba con anterioridad. Al comienzo te dará la impresión contraria, pues te parecerá ver a una mente más ocupada que nunca; pero, mientras más te enfoques en el movimiento de tu cuerpo con cada respiración, las ideas se van a ir calmando hasta asentarse en las profundidades de tu mente.
  • Lo más importante que puedo decirte es: no te juzgues. Si tus pensamientos siguen bombardeándote, escúchales y trata de estar consciente de ellos, poco a poco se irán calmando. Si piensas que los vas a borrar completamente de tu mente te decepcionarás; procura repetirte tú trabajas a tu ritmo y con lo que mejor funciona para ti.

Parece sencillo, y quizás para algunos innecesario, pero esto les va a dejar ver lo ruidosa en lo que se ha convertido la vida, no ocupada, no activa, no; veremos en ese momento que la bulla es la razón principal de que no podamos escucharnos a nosotros mismos. Hacer esto por cinco minutos todos los días les va a dar una sensación de paz en el tumulto del día a día, de la inseguridad, de la violencia, del hambre. Es una tregua que todos necesitamos.
Una vez que hayan logrado mantener el enfoque a través de la respiración, pueden empezar a involucrar otros elementos, que pueden ser la visualización o la afirmación, o ambas al mismo tiempo. Recuerden, es su mente y su meditación, siéntanse libres de crear lo que les haga sentir mejor, pues NADIE puede saberlo ni decirles lo contrario.
Particularmente yo uso ambas, aunque la visualización es mi parte favorita.
  • A tu respiración puedes agregarle imágenes acompasadas que la acompañen, puedes imaginar que respiras la energía del sol o una luz brillante que te evoque paz, y una vez que exhales, saca todas las preocupaciones del día, el tráfico infernal, las filas interminables para conseguir lo que necesitas; saca todas y cada una de las rabias mientras te vas llenando con las inhalaciones de esa luz que poco a poco te rodea. Una vez allí, tú mente estará libre, puede volar por el universo o simplemente descansar en un prado o una playa. La imaginación es la llave para tu libertad.
  • Si quieres agregar afirmaciones, hazlo; y si éstas vienen como oraciones, no hay razón para desecharlas. Sin embargo, esta parte tiene una importancia a la que debes prestar atención, pues la oración que hagas va a determinar la paz que traiga a tu mente y alma: la afirmación/oración está basada en la gratitud, no en la queja. Tratar de evadir frases como por qué no tengo es fundamental, la palabra que debería venir a ti es gracias, porque una vez que empiezas a ver las muchas bendiciones que tienes a tu alrededor, más en paz te vas a sentir contigo mismo y con el mundo.

Con todo mi corazón espero que estas técnicas sean de ayuda, y con todo mi corazón espero se den una oportunidad de liberarse del ruido y entregarse, aunque sea por cinco minutos, al silencio del alma y a la escucha de su propio corazón.

miércoles, 4 de enero de 2017

Antología del silencio

"Girl in the Clouds",  tomada de nendili.deviantart.com






Decidí ir en busca
de los silencios del mundo,
explorarlos para así elegir
los que más se ajustasen
a mis diversas
y cambiantes necesidades.